Para seros sincero, ni siquiera estaba en mis planes subir el monte Batur mientras estaba en Bali. Iba a hacer otra ruta en moto pero porque la lluvia me forzó a tomar una ruta más corta, llegué a los pies del Batur un día de enero a las 5 de la tarde, mojado y temblando de frío, en búsqueda de un alojamiento con ducha caliente.
Si estáis leyendo esto es probablemente porque estáis pensando en hacer también el trekking en la cima del volcán Batur y tenéis alguna dudilla o simplemente queréis ver si merece la pena.
Para ahorraros toda la parrafada de abajo…
¡Sí, merece la pena totalmente!
Pero, para algún truco sigue leyendo… 😉
Nada mas llegar aquí, casi cualquier local que os vea os ofrecerá hacer la ruta. Os mostrarán una hoja con precios y os explicarán que hay tres rutas: corta, media y larga.
Los precios escritos seguramente serán de 35, 45 y 55 $ respectivamente. ¡¡¡Ni se os ocurra pagar tanto!!!
Luego os bajarán, os preguntarán cuánto estáis dispuesto a pagar y si no os lo dejan por unos 300.000 IDR (un poco más de 20€) buscar en otra parte. Y por supuesto hablo de la ruta larga.
En los hoteles también será lo primero que os ofrecerán y os pedirán unos 600-700.000 IDR.
Ah si…no os he dicho que hay dos formas de hacerlo. Estando alojado en cualquier parte de Bali, o ir vosotros mismos hasta Batur y contratarlo ahí. Yo como hacía la ruta en moto, me fui hasta los pies del volcán y me alojé ahí.
En el caso de estar alojados en otras partes de la isla, os vendrán a buscar con una furgoneta sobre las dos de la mañana, para llegar ahí a las 4 y empezar el trekking para llegar arriba del todo sobre las seis de la mañana cuando el sol empieza a mostrar su primera sonrisa.
Mi situación fue un poco diferente. Llegué ahí, y como siempre, intenté negociar lo máximo posible. Y si algunos habéis jugado al póker, sabéis que cuando haces bluf a veces te pillan y te quedas comiéndote los mocos. :))
Dejé al tío con el que negocié un poco en el aire y luego me fui a dar un paseo, a cenar…y luego le escribí para que me dijera si acepta el trato que le he propuesto antes (si no, pues ya lo pillaría con mi hotel. Eso era mentira ya que en el hotel no me habían aceptado ninguna bajada de precio – pedía 700.000 IDR). Me dijo que lo siente pero que no puede ayudarme. La verdad es que no entiendo por qué. Me decía que es su compañía y tal…pero al final creo que solo era un tío que se ganaba la vida con las comisiones y ya era muy tarde para encontrar una empresa abierta a esas horas.
Así que ahí estaba yo, a las 10 de la noche sin guía y plan para la mañana siguiente. De todas formas decidí poner mi alarma para las cuatro de la mañana y ya vería por la mañana que me dice el instinto. Dicho y hecho.
A las 4 saqué la cabeza por la puerta, vi un montón de familias chinas con los crios tomando el desayuno. ¡Seguro que iban a subir al Batur! Me vestí y decidí esperar a que los dos autobuses de chinos empezaran su viaje hacía la montaña.
¡Si al final yo solo tenía que llegar al lugar de partida que luego seguramente sólo tendría que seguir una ruta marcada!
Hacia bastante frío. También ha de decir que solo llevaba dos camisetas y una camisa. Ya lo sé, he dejado el sur de Bali pensando que todo será sol y calor. ¡Pues mal hijo!
Seguí con la moto los dos autobuses que a su vez mantenían el trayecto marcado por un tío con una moto, cuando de repente, vi que la moto estaba parada. Me estaba esperando. Cuando me acerqué, un hombre de unos cuarenta años, bastante fuerte de cuerpo, me empezó a preguntar con un tono grave que por qué les sigo!
- ¿Quién yo? Neah, yo no sigo a nadie. Yo solo quiero subir el Batur así que es una coincidencia hombre.
- ¡No es una coincidencia! Nos estás siguiendo. Esta excursión la he organizado yo. Cada persona de estos autobuses ha tenido que pagar 500.000 IDR para esto. Si quieres seguir avanzando me tienes que pagar también o te das la vuelta.
- Hombre, ¿por qué me iba a dar la vuelta si esto en un camino publico? ¿Eres tú el estado o qué? ¿O si acaso es una montaña privada? ¿Es tu montaña? Yo no lo sé…
Ya sé que esto parece como un enfrentamiento. Pero no lo era porque me he asegurado de poner mi cara de desconcierto total. Ya lo sé, seguramente era una cara de tonto… :))
Cuándo el señor empezó a señalarme bastante alterado que me tengo que volver si no le pago, le pregunté cuanto quería. Me dijo que 500 mil, como el resto de la gente. Con mi cara más grave le dije que eso es muchísimo y que no puedo pagar tanto. Me pregunto cuánto le puedo pagar y le dije que 200 mil. Me dijo 300 y quedamos en 250 (sin desayuno – normalmente todos te venderán con el billete lo mismo: sándwich con crema de plátano y huevos hervidos “al natural” – porque los hacen en agujeros donde la tierra está ardiente).
Seguí sus autobuses y cuando bajaron todos los chinos me estaba preguntando si he hecho bien en venir con tantos críos ya que seguramente subirían muy despacio.
La verdad es que sólo no hubiera conseguido llegar hasta el punto de partida ya que tuvimos que meternos por unos caminos muy raros dentro del bosque. Llegamos al lado de una cabaña y ahí fue el punto de partida.
En poco tiempo nos rodearon varios guías locales y el “jefe” empezó a crear equipos de cuatro personas para cada guía. Después de meterme en varios equipos, se dio cuenta de que no pinto mucho con los chinos así que me asigno un guía solo para mí y marchamos. En menos de 100 metros adelantamos a todos los grupos ya formados y cogimos otra ruta diferente. La verdad es que en algún momento me estaba preguntando si estoy a salvo o no. Escrutaba de vista al joven guía para darme cuenta si podría ganarle en caso de emergencia. Ni yo lo sabía si estaba pensando en pelea o en correr…creo que a los dos casos 🙂
Era un chico joven así que empecé a hablarle para saber más de él e intentar relajar el ambiente. Tenía 22 años y llevaba toda la vida viviendo a los pies del Batur con lo cual conocía esos bosques mejor que las habitaciones de su casa.
No tenía un inglés perfecto pero podía mantener conversaciones decentes con él.
Después de haberle dicho varias veces que es muy joven y fuerte, creo que se vino arriba y me quería demostrar que realmente es muy fuerte y tiene buen aguante. ¡Error!
Normalmente la gente llega hasta arriba en aproximadamente dos horas pero nosotros lo hicimos en menos de una! Estaba tan motivado que casi no paraba. Hicimos una pausa de agua a mitad de camino y empezamos a subir de nuevo adelantando a todos los que nos salían en el camino. Menos mal que me llevé otra camiseta y pude quitarme la que llevaba puesta y estaba mojada. Arriba hacía mucho viento. Sí, las piernas me estaban ardiendo y temblando.
Justo estaba saliendo el sol. Todo el mundo sacaba las cámaras y hacía sus fotos. Yo también claro. 😛
Aunque Alberth (mi guía) sabía que no tengo desayuno, conocía a todos los de ahí y me trajo un plato con sándwiches y huevos. Me preguntó si quería café o té pero le dije que con mi agua estoy bien.
A la vuelta hicimos un concurso de bajada en la parte con arena y la verdad es que me subió bastante la adrenalina. Imaginaros correr hacia abajo como si estuvieras en una montaña de arena negra, a todo gas y sin pensar de que si pisas mal ya no paras hasta abajo dando vueltas como una pelota.
De ahí me invitó a su casa para probar el “ron” local. Siguiendo su moto llegamos a una casa muy simple, donde nos esperaron unas miradas curiosas pero que no se atrevían a preguntar nada y se limitaron a sonreír tímidamente mientras Alberth entró a por la bebida y me invitó a sentarme junto a su abuelo que me mostro una sonrisa que carecía de diente alguno y el padre que estaba cuidando (desde una silla de ruedas y solo vistiendo unos pañales) a los “gallos de guerra” que tenían enfrente de la casa metidos en pequeñas “cárceles” independientes.
Al minuto salió mi guía (poco a poco amigo) con una botella de litro llena hasta mitad con una bebida casi transparente pero que aún conservaba bastantes objetos o trozos de algo…que tampoco pude descifrar porque no quería prestarle mucha atención para no ofender a mis anfitriones. Estaban todos esperando con ansias mi reacción hacia la bebida…porque me habían informado antes de que era “very strong” y creo que al ver mi cara de “mmm…está bien pero no es nada fuerte” se quedaron un poco decepcionados. En realidad era una bebida muy mala. Está hecho de coco fermentado asi que todavía puedes notar la mezcla de coco…pero también el sabor a fermentado. Con lo cual, para mi no fue de las mejores bebidas que he probado jeje.
Al ver mi curiosidad hacia los gallos, en un instante sacaron dos de sus pequeñas “celdas” (voy poniendo nombres porque en realidad no sé como se llaman) y organizaron una pelea. Bueno, tampoco había nada que organizar ya que al parecer esos gallos solo quieren pelear. Ya lo sé, no es de lo más ético pero tampoco me he sentido culpable por ello. Quizás porque he crecido con gallinas, gallos, vacas, cerdos y casi todo tipo de animales domésticos cerca de mi y en mi cultura tampoco se veneraba algún animal… Las gallinas se criaban para los huevos y las sopas del domingo. Los gallos…pues para eso y poco más. De echo, ahora que lo pienso bien, hasta me atacó uno cuando era pequeño…con lo cual, me dan igual.
De ahí me llevó a un pozo para que nos diéramos un baño caliente y me sorprendió ver que eso servía como baño para toda la comunidad. En serio, cada uno venía con su champú, pasta de dientes y su cepillo y se preparaba para el nuevo día metiendo el agua en el qué había peces y otras cosas (para no nombrar sus culos y el resto de culos del pueblo) en la boca y escupiendo todo lo que había que escupir.
Todos y cada uno de ellos me sonreía y me empezaba a preguntar de donde era y como me llamaba, y los que no sabían inglés le preguntaban a mi infiltrado. Me daba cuenta porque oía Romania ye ye.
Sobre las 12 de la mañana ya estaba de vuelta a mi hotel, después de dejar en casa y despedirme de Alberth, tomando mi segundo desayuno y preparándome para las más de dos horas de viaje que tenía por delante.
Por supuesto a los 5 minutos de partir ya había empezado a llover y duró casi todo el viaje.
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